Un niño está formado para pensar, amar,
desear y vivir en la inmediata proximidad de su familia (madre/padres/hermanos
y a veces tíos/as, abuelos/as).
Su primer movimiento es unirse a los
miembros de su familia, hablando la lengua materna, amando a quienes lo cuidan,
aprendiendo a desear y a conocer sus primeras satisfacciones sensuales en el
marco familiar. Y así crece, come, duerme y vive entre los suyos.
Si este núcleo es acompañado por unos
padres maduros, el niño/a podrá algún día emerger de la familia y asumir su
lugar en el mundo. Como habla en su lengua materna, será capaz también de
aprender otras lenguas extranjeras. Como ha vivido una relación de amor
compartido con sus padres, será igualmente capaz de amar a una persona externa
del clan. Como le han provisto de unas solidas raíces, de un territorio de
base, podrá explorar la totalidad del mundo. Como ya habrá formado su deseo
erótico y creativo en el seno de la célula familiar podrá desear a una persona
ajena, crear obras, objetos y estructuras independientes al clan.
Alejandro Jodorowsky
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